La semana comienza con la noticia de que algunos de los plagiarios del joven Fernando Martí fueron localizados y capturados; paradójicamente su líder fue hace algunos años integrante de la Dirección de Investigación Para la Prevención de la Delincuencia.
Este es el mejor ejemplo del gran problema de inseguridad en México: la vinculación de los delincuentes con los servidores públicos encargados de nuestra seguridad.
Mientras este problema no pueda solucionarse de raíz no se podrá hablar de que la sociedad tenga la certeza de obtener justicia, de que se aplique la ley y que exista un ambiente de seguridad real.
El Gobierno propone una Policía Nacional y que los ciudadanos sean partícipes activos de la seguridad del País pero ¿cómo un ciudadano se atreverá a llamar para denunciar a un policía, siendo otro policía que tome la llamada y pueda tener el mismo nivel de corrupción del denunciado? ¿Es correcto enviar a un delincuente a que capture a otros delincuentes?
Algunas voces proponen la intervención directa del ejercito para salvaguardar la seguridad, como el caso de Baja California, donde la población llamaba en caso de emergencia a los regimientos militares en vez de la policía para hacer frente a la violencia del narco, ¿será la solución?
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